diumenge, 31 d’octubre del 2010

Agés



En Agés, una noruega y una masai.

Agés es un pueblo cerca de Burgos. Tiene lo que han de tener los pueblos del Camino de Santiago: iglesia, alberges, algún bar y un camino. El camino llega desde el este, a través de campos y bosques; y se va por la carretera, como los viajeros, en dirección a Atapuerca.
En el pueblo también tienen una noruega en una casa. No se si el pueblo tiene una noruega o la noruega tiene una casa en el pueblo; pero para mi forman un todo: la noruega, la casa y el pueblo.
A la noruega igual la conocéis, es Anja. La casa y el pueblo quizás no. Poco sé del pueblo; visité la ermita del Rebollo, me llegué hasta la iglesia y lo atravesé varias veces, arriba y abajo, por la carretera.
La casa es antigua, muy grande, y por la mañana, en verano y si no hay niebla, luminosa. Un zaguán con una puerta antigua, una cocina, tan antigua como la puerta, cálida y acogedora, un establo con el suelo de piedra, desigual y oscuro, y una cocina de humo, que antiguamente serviría para ahumar las morcillas y ahora sustituye a la nevera.
La escalera, amplia, traicionera. Los escalones, desiguales y la piedra llena de huecos y concavidades. Hay que mirar donde pisas. Pero, cuando ya has subido y bajado un par de veces, parece que se hace amiga tuya y te conduce, plácidamente, al piso, donde las habitaciones se asoman al sol de la mañana.
Y, más arriba, toda la casa abierta en un gran espacio, con las vigas y el techado de madera como cielo, casi vacío. Apenas una mesa con su silla, unas velas, unas banderolas tibetanas y una mesilla baja con una Biblia, un Corán y, quizás, una cruz.
¿Y la masai?  La vemos en Atapuerca, por la noche, se llama Naini Oleswheel.